Tres expediciones para comenzar una vida...
Jean Linden entra en la historia cuando sólo tenía dieciocho años. Fue uno de los primeros estudiantes de la Universidad Libre de Bélgica en 1834, se ofrece a voluntario, junto con Nicolas Funck y Auguste Ghiesbreght - dos compañeros ligeramente mayores -, para una expedición en Brasil destinada a recoger plantas y a animales.
Las misiones de exploración, cuyas repercusiones económicas enriquecían el país promotor, se habían vuelto un medio recurrente para ampliar los mercados de importación / exportación de los países occidentales. Constituían también una plataforma muy importante para el desarrollo de las ciencias naturales y sociales, desde la geografía terrestre a la antropología de las primeras sociedades. Las tres expediciones que llevará a cabo Jean Linden en América Latina se realizarán bajo los auspicios del Gobierno belga.

En diciembre de 1835, el trío emprende la exploración de las tierras interiores de Brasil, de Río de Janeiro a los bosques de Mato Grosso y de Minas Geraes. El viaje durará cerca de dos años: en marzo de 1837, los tres hombres vuelven de nuevo triunfantes a Bruselas pero, rápidamente, se les invita a preparar una segunda expedición a Centroamérica.
En septiembre, se les ve salir de nuevo hacia Cuba, antes de recorrer cerca de la mitad del territorio mexicano, de Veracruz a la punta del Yucatan. Contribuyen a importantes descubrimientos botánicos y geológicos: acompañados de Henri Galeotti, son los primeros en efectuar la ascensión del pico Orizaba, el punto culminante de México (5.754 metros).
De vuelta en Bélgica, serán necesarios seis nuevos meses para que Linden acabe todos los preparativos de una tercera expedición. Éste debe, asimismo, paliar la disminución de los subsidios gubernamentales con el fin de fletar los recursos necesarios para varios años de exploración y envíos regulares de cajas de recolectas. En septiembre de 1841, va a Venezuela con Louis- Joseph Schlim, su hermanastro, que sustituye a Ghiesbreght.

Sin duda alguna es en esta tercera expedición en la que Jean Linden encontrará su vocación de horticultor. Más aún, concentrará en adelante su interés sobre la rama de las orquídeas, hacia las cuales manifestará toda su pasión. Los episodios épicos no faltan de nuevo para dar prueba de esta aventura exótica. Como ejemplo, aquel en el que narra el descubrimiento de la Uropedium lindenii que marca un momento crucial, de alguna manera, en la historia de la orquidiofilia.